Este 1 de abril comenzó a regir la ley N° 21.015 que Incentiva la Inclusión de Personas con Discapacidad al mundo del trabajo, y que señala que el 1% de los trabajadores de empresas con más de 200 empleados, deberán ser personas con discapacidades físicas y /o mentales.
Pero en la práctica ¿están las empresas preparadas? A juicio de la directora de la carrera de Terapia Ocupacional de la U. San Sebastián, esta normativa constituye una oportunidad para la sociedad “las personas en situación de discapacidad son tan competentes como cualquiera de nosotros, muchas tienen la suficiente autonomía para encontrar trabajo por sí mismos, pero otras requieren de apoyos que les permitan adaptarse de mejor manera a las demandas de las tareas de un trabajo”.
En esa línea, “estamos hablando de la oportunidad de generar un cambio en la cultura de la organización” esto porque no sólo se trata de adaptar una entrada o colocar una rampa para acceso o ajustar un escritorio “se requiere comprender como se hacen los trabajos, lo que implican en el día a día y entender la producción o rubro de la empresa o servicio”, dice la experta.
En ese sentido lo fundamental explica, es implementar el proceso de intermediación laboral, el que consiste según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en una entrevista y evaluación laboral/funcional, hasta el seguimiento de la persona en su nuevo puesto, con el fin de asegurar el éxito de su incorporación laboral y desde esta perspectiva “los terapeutas ocupacionales apoyamos a todas las personas que presentan situaciones de discapacidad de diversa índole; físicas, motoras, sensoriales y psiquiátricas”.
Respecto a los puestos en los que se puedan desempeñar, Vásquez comenta que es muy variado porque depende de las características del trabajo, “me ha tocado ver en empresas que con una buena experiencia de colocación han llevado consigo la contratación de varias personas con la misma dificultad. Sin embargo, el éxito de todas personas con discapacidad, se sitúa en su ímpetu por realizar de buena manera su trabajo y el apoyo familiar que se les ha brindado para desarrollarse autónomamente en los años destinados al trabajo”.
Según un estudio de SOFOFA, Mutual de Seguridad y OIT del año 2013, las empresas se benefician con un mejor clima laboral, se genera un efecto motivador en el resto de los colaboradores, mejora la reputación empresarial y, en aquellas con más experiencia en inclusión, se ha visto que aumenta la productividad.
Derribando mitos
Las aprehensiones dicen relación con los prejuicios de los empleadores respecto a las habilidades para el trabajo de las personas con discapacidad, también al no saber cómo relacionarse con ellos o cómo enfrentar situaciones complejas “los empleadores muchas veces piensan que se aumentará la tasa de accidente por su presencia, lo cual es sólo un mito” dice la terapeuta ocupacional.
Hay que considerar también que la falta de acceso al empleo lleva a una merma de experiencia profesional, lo que “genera un círculo vicioso para incorporarse en buenas condiciones al mundo laboral. Y al mismo tiempo, evidencia las dificultades de acceso a la educación técnica o profesional de esta población”.
Los beneficiarios de la normativa son aquellas personas con Pensión de Invalidez de cualquier régimen previsional y aquellos que tengan cualquier discapacidad calificada previamente por las Comisiones de Medicina Preventiva e Invalidez (COMPIN).