Investigación del Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad de La Serena demuestra que hongos micorrízicos ayudan a la supervivencia de 32 especies vegetales en el ecosistema más árido del mundo.
Un reciente estudio desarrollado por el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y el Laboratorio de Ecología del Desierto de la Universidad de La Serena reveló que hongos micorrízicos están presentes en las raíces de 32 especies de arbustos en la Región de Atacama, cumpliendo un rol clave en su supervivencia. La investigación, publicada en la revista Frontiers in Plant Science, analizó la vegetación presente entre el Parque Nacional Bosque Fray Jorge, en Coquimbo, y el Parque Nacional Pan de Azúcar, en Atacama.
En el Desierto de Atacama, la hiperaridez es una condición permanente, pero diversas especies como el cachiyuyo (Atriplex clivicola), Chorizanthe desertícola y el cacho de cabra (Skytanthus acutus) han desarrollado estrategias para resistir la sequía extrema. La clave de su resistencia estaría bajo tierra, donde los hongos micorrízicos les proporcionan nutrientes y protección, facilitando su crecimiento y longevidad.
Las micorrizas son hongos microscópicos que viven dentro de las raíces de las plantas y les permiten absorber nutrientes que no podrían obtener por sí solas, en un proceso similar a la flora bacteriana del cuerpo humano. A cambio, los hongos reciben azúcares de la planta, generando una relación simbiótica que ha existido por más de 400 millones de años.
El investigador del IEB, Cristián Delpiano, destacó que lo más sorprendente fue encontrar esta asociación en todas las especies analizadas, incluyendo siete arbustos que antes no se consideraban dependientes de micorrizas. «Muchas veces lo único que permanece vivo en el desierto es lo que existe bajo tierra. Las estrategias de las plantas para soportar la sequía son realmente increíbles», afirmó.
La investigadora Andrea Loayza, también coautora del estudio, resaltó la importancia del hallazgo. «No esperábamos este resultado. Descubrimos que la extrema aridez empuja a las plantas a desarrollar estrategias únicas para sobrevivir», comentó.
En ambientes áridos, las plantas no solo enfrentan la escasez de agua, sino también la falta de nutrientes como nitrógeno y fósforo. Las micorrizas desempeñan un papel clave en la eficiencia de la absorción de estos recursos, permitiendo que los arbustos del desierto —la mayoría especies longevas— puedan nutrirse durante décadas.
El estudio también reveló diferencias evolutivas en la relación entre plantas y hongos. Las especies con raíces más gruesas, de origen más antiguo, dependen más de las micorrizas, mientras que los arbustos con raíces más delgadas absorben nutrientes más rápido, pero son más vulnerables a la sequía.
«Es posible que las micorrizas ayuden no solo en la entrega de nutrientes, sino también en la protección contra patógenos, funcionando como un sistema inmunológico para las plantas», explicó Delpiano.
Los investigadores enfatizan la importancia de seguir explorando las relaciones ecológicas subterráneas, especialmente en un ecosistema tan extremo como el Desierto de Atacama. «Aún sabemos casi nada de lo que ocurre bajo tierra, lo que en otras palabras, es la mitad de toda la historia. Este estudio demuestra que las plantas no pueden sobrevivir solas», concluyó Delpiano.
El Desierto de Atacama se consolida así como un verdadero laboratorio natural para comprender cómo las relaciones simbióticas pueden hacer posible la vida en ambientes de alta exigencia climática.