Inca de Oro es un pueblo minero ubicado a 100 kilómetros al noreste de Copiapó, con escasa población que no supera las 900 personas. Sin embargo, existe un tránsito permanente de camiones con carga de minerales y otros productos peligrosos, desplazamientos de buses y vehículos menores que cruzan este poblado para subir a El Salvador u otros yacimientos aledaños.
Allí y como en otros poblados de la región de Atacama está también la presencia permanente de Carabineros, quienes deben realizar fiscalizaciones diarias para prevenir la ocurrencia de accidentes de tránsito. Pero además, el personal del Retén Inca de Oro, tiene una participación activa con la comunidad, clubes deportivos, adultos mayores, centros de padres, junta de vecinos.
Es una relación con la comunidad y los niños del sector casi personalizada, muy cercana, para que los habitantes de este pequeño villorrio minero, en su mayoría de la tercera edad, sepan y sientan que cuentan con el amigo Carabinero. Es a través de esta labor y contacto permanente con los vecinos, que el personal de este destacamento está informado de las condiciones en que se encuentran las personas, muchas de las cuales viven solas.
Entre las múltiples tareas que debe cumplir Carabineros del Retén Inca de Oro destacan visitas y fiscalizaciones a los pirquineros que laboran en los yacimientos mineros de esta localidad, planteando temas como la Ley de Minería, violencia intrafamiliar, alcoholismo y ley de tránsito entre otras, con la finalidad de orientar y disminuir delitos y otras faltas, que tampoco están ajenas en los habitantes de este poblado.
De acuerdo a lo manifestado por la Jefe de Retén (S), Sargento 1° Paola Apablaza Godoy, despliegan con cariño y mucha vocación servicios Ordinarios y Extraordinarios, patrullajes de infantería y motorizados en una superficie de mil 800 metros cuadrados entre hermosos cerros de tonalidades diversas y la precordillera que esconde su encanto en este desértico lugar de la región de Atacama.
Además deben realizar servicios diarios de orden y seguridad en el poblado Las Vegas, un oasis en medio del desierto, donde sus habitantes no superan las 12 personas, dedicadas a la crianza caprina.