Investigadores trabajan en la caracterización genética de especies endémicas para frenar su desaparición.
El desierto de Atacama, uno de los lugares más áridos del planeta, alberga una biodiversidad única compuesta por plantas y árboles que han sobrevivido por siglos en condiciones extremas. Sin embargo, más del 60% de estas especies están en estado vulnerable, según advierten investigadores del Núcleo Milenio de Ecología Histórica Aplicada para los Bosques Áridos (Aforest).
Este equipo científico, compuesto por expertos de diversas universidades, se ha propuesto caracterizar la composición genética de especies emblemáticas como el chañar, el algarrobo y el tamarugo. A través de un análisis exhaustivo de ADN, esperan generar información que permita gestionar planes de conservación más efectivos y enfrentar los desafíos asociados al cambio climático, como la pérdida de acuíferos subterráneos y la alta radiación solar.
Roberto Contreras, doctor en Genética y Biología Celular de la Universidad de Atacama, explicó que el proceso comienza con la recolección de hojas de estas especies, las cuales son congeladas y enviadas a laboratorios locales e internacionales para su análisis genético. “Gracias a estos estudios hemos detectado genes únicos en algunas especies, mientras que en otras se observan pérdidas genéticas según el contexto en que se encuentren”, señaló Contreras.
El mapeo genético también ha permitido redefinir nombres y características de ciertas especies, un avance que se publicó en la revista Nature. Este conocimiento es crucial para seleccionar poblaciones adecuadas en proyectos de conservación.
Especies como el algarrobo blanco (Neltuma alba), el algarrobo chileno (Neltuma chilensis) y el tamarugo (Strombocarpa tamarugo) se encuentran en poblaciones pequeñas y fragmentadas a lo largo del desierto. Este aislamiento dificulta el flujo genético, reduciendo la diversidad genética y limitando su capacidad de adaptación a futuros cambios ambientales.
Felipe Carevic, doctor en Biología y académico de la Universidad Arturo Prat, enfatizó la importancia de estas plantas como «especies nodrizas». “Son la base de una red trófica que incluye animales y microorganismos que dependen directamente de su existencia. Si estas especies desaparecen, también se pierden muchos otros organismos que forman parte del ecosistema”, afirmó Carevic.
Además de ser esenciales para la biodiversidad, estas plantas tienen un papel clave en la protección de oasis y valles, áreas donde se concentra su distribución. Los investigadores advierten que la disminución de estas especies puede tener efectos irreversibles en los ecosistemas del desierto.
El análisis genético busca ofrecer soluciones basadas en datos concretos para garantizar su preservación, desde la reforestación con poblaciones genéticamente aptas hasta la implementación de medidas que protejan su hábitat natural.
Con estos esfuerzos, los investigadores esperan frenar la pérdida de especies endémicas y asegurar la supervivencia de los ecosistemas del desierto de Atacama, contribuyendo también al conocimiento global sobre biodiversidad en zonas áridas.