El resultado de las elecciones municipales y regionales de 2024 en Chile ha dejado en evidencia un fenómeno inquietante: la notable alza en el número de votos nulos. Más de 2,6 millones de chilenos invalidaron su voto, lo que según el analista Axel Callís responde a una «combinación de desinformación y desinterés» que afecta la participación. La imposición del voto obligatorio y la escasa cobertura informativa sobre los candidatos habrían contribuido a este desenlace, donde muchos electores no lograron diferenciar entre los postulantes debido a la falta de franja electoral y a las campañas centradas en temas generales como la seguridad.
El politólogo Raúl Elgueta, de la Universidad de Santiago, argumenta que este tipo de resultados puede interpretarse también como un signo de apatía hacia el sistema electoral y de «fatiga electoral». Para Elgueta, el voto nulo no representa necesariamente una protesta política, sino una respuesta de «bajo compromiso» hacia un proceso que para muchos no tiene impacto real en sus vidas. Además, la académica Cecilia Domínguez, de la Universidad de Chile, destacó que la falta de claridad en las papeletas y la debilidad de las campañas comunicacionales hicieron que una gran parte de los votantes acudiera sin entender plenamente por qué o por quién votaban.
Este contexto revela la importancia de fortalecer los canales informativos y el interés ciudadano para futuras elecciones, con el fin de evitar que la desinformación siga afectando la calidad de la democracia en Chile.