Giovanni Calderón Bassi
Director Ejecutivo Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático
Cuando aún no comienza el verano, Chile vuelve a ser un escenario climáticamente propicio para los incendios forestales. El aumento de las temperaturas, la sequedad de la vegetación, el aumento del viento y la carencia total de lluvias, favorecen la frecuencia e intensidad de los incendios. Pero no hay que confundirse. Nueve de cada diez incendios son causados por el hombre, ya sea por descuido en el uso del fuego, negligencia, o simplemente mala intención.
Los incendios no solo arrasan con árboles y matorrales, también producen la pérdida de vidas humanas, de animales, biodiversidad y otros graves impactos materiales y económicos. El manto de humo que generan, empeora la calidad del aire y la visibilidad a lo largo de cientos de kilómetros.
Los incendios de grandes dimensiones son cada vez más frecuentes, más severos, y han comenzado a aparecer incluso en lugares en que rara vez ocurrían, como en la tundra de Alaska o las regiones árticas de Siberia. Este año presenciamos con estupor cómo el Amazonas, considerado el pulmón del mundo, fue presa de un enorme incendio que derivó incluso en una crisis internacional.
Frente a esta situación, el mundo científico ha alertado que se han subestimado los efectos de los incendios forestales sobre el cambio climático. Los incendios están agravando el estrés sobre el clima y el medio ambiente mundial, al liberar masivamente a la atmósfera partículas y gases tóxicos como el dióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero, provocando un mayor calentamiento global, mientras la pérdida de bosques conduce a una menor absorción de CO2 de la atmósfera, lo que en definitiva afecta a todo el planeta.
Por esto es que el manejo forestal y los impactos de los incendios deben ser considerados en las estrategias nacionales para alcanzar la meta de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados, como se plantea en el Acuerdo de Paris.
En primer lugar, es necesario restaurar los bosques nativos, que son grandes captadores de CO2. La actualización de nuestra Contribución Determinada a Nivel Nacional, la NDC por sus siglas en inglés, plantea una meta forestal más ambiciosa al año 2030, mediante el manejo sustentable y la recuperación de 200 mil hectáreas de bosques nativos, así como la forestación de 200 mil hectáreas de bosques, de los cuales 100 mil corresponden a cubierta forestal permanente y, al menos, 70 mil hectáreas con especies nativas.
Por otra parte, es necesario reforzar a largo plazo el Plan Nacional de Prevención y Combate de Incendios Forestales, con el impulso de iniciativas público-privadas que permitan el desarrollo de acciones tempranas de prevención en zonas prioritarias de alto riesgo, involucrando a municipios, empresas, organizaciones sociales e instituciones públicas.
Siendo Chile uno de los países con mayor vulnerabilidad a los incendios y al cambio climático, es prioritario desplegar esfuerzos para evitar la quema de bosques, nuestros principales aliados en el combate contra el calentamiento global.